Un vaso con agua en la mano, el impulso del brazo de Raymundo Romero lanzado a la cara de Javier Corral, quien sorprendido con el baño, recibió el líquido en el rostro.
Romero lo increpó:
-Yo tenía 74 años, cáncer de 4o grado y aún así, un 24 de diciembre me mandaste arrestar injustamente por un asunto anterior a mi llegada a la secretaría y en el patio de la prisión me desnudaron a media noche con tres grados bajo cero. Me bañaron a manguerazos con agua fría poniendo en peligro mi vida.
-Te gané el juicio. Demostré mi inocencia. El arresto y las vejaciones de que fui objeto, con engaños de tus agentes, delante de mis hijos y nietos, me lo he tragado.
-No puedo soportar que vengas a comer como un ciudadano en medio de personas honorables. Tú no lo eres.
En eso llegó su yerno y le propinó un par de bofetadas a Javier. Eso pasó ayer en la Garufa.
¿Por qué pasa esto?
¿Por la impunidad? ¿Por la indolencia? ¿Por la complicidad? ¿Porque todavía hay presos enfermos injustamente? ¿Porque los que salieron después de ser torturados, extorsionados y encarcelados les ganaron a base de amparos? ¿Por los abusos de poder? ¿Por la indolencia de los perseguidos que ahora son los que gobiernan y con la miel del poder olvidaron la hiel de su persecución?…
No lo sé. Pero pasa. Pero será más fácil darle una docena de guarros a Javier, que aplicar la justicia.
Así les gira la piedra, así los trastorna el poder.
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