Bien clarito y con respeto, lo digo Señora Gobernadora:
La causa que yo abrazo, a riesgo de ser rechazado por amistades que creí tener, es una causa justa y legal.
A veces peleamos por justicia, sabiendo que la ley es dura, pero en esta causa, tanto la ley como la justicia están del lado que elegí por convicción personal.
César Duarte tiene el derecho legal de recibir atención médica adecuada, de forma que no se exponga su vida. Eso es legal.
Y, por otro lado, la causa que lo trajo según el Tratado de Extradición, ha sido ganada por César Duarte en el Tribunal Estatal Administrativo.
El cumplimiento de amparo de antier, deja claro que tendrá el derecho de seguir su proceso en libertad a partir del 2 de junio.
Eso también, de cumplirse, será legal. Darle oportunidad de operarse el día 31 de abril y que se recupere en un ambiente adecuado, será justicia.
Señora Gobernadora: no estoy a favor o en contra del juicio y sus procedimientos. Gane quien gane no es cosa que yo pueda cambiar.
Lo único que he tratado de hacer desde un principio, bien o mal, ha sido pedir su clemencia para que César Duarte pueda atender su salud.
Ninguna otra cosa me mueve.
Aunque confío en su inocencia, eso depende de un proceso, nunca de mi.
Pero la salud es un derecho humano que debe ser prioridad. Y esa es mi causa.
No atiendo amenazas. Si tuviera miedo no habría empezado esto que le explico.
Si estoy equivocado que me lo digan, pero a todos los abogados que he consultado me dicen que el derecho a la salud es inalienable.
Si me manda a callar eso no cambiaría nada.
Pero no me callaré ni le faltaré el respeto a nadie.
He dicho verdades duras, pero mentiras no.
Desde hoy dependo de usted para mi seguridad y la de mi familia.
Pero la causa, mi causa, es defender el derecho a la salud de un ser humano al costo que sea. Enviaré copia a Artículo 19, a Reporteros Sin Fronteras, y a la CIDH.
No por temor, sino para que si algo pasa, no quede impune ni pase a ser estadística.
La causa justa, mi gratitud y mis principios, son el pilar de mi vida, y eso no tiene precio.
La respeto como siempre; la reconozco como autoridad, la estimo desde que la conozco y me extraña lo que ha estado ocurriendo.
Quedo de usted a sus apreciables órdenes, y exijo la oportunidad de atender la salud de César Duarte.
También le digo a la sociedad que no creo que algo me pase. De verdad no lo creo, pero si pasara, ya saben por qué y quién fue. Nueve años en el IEE y mi vida académica y de humilde reportero con ánimo de opinar en videocolumnas me respaldan.
Nada tengo mal habido.
Estoy en paz jubilado y así permaneceré.
Y reorientaré mi pluma cuando César Duarte esté operado y en recuperación.
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