Quién iba a pensar… que el mismísimo presidente pondría el primer clavo en el ataúd de su aliado Arturo Zaldívar, quien está por ser investigado por obediente, obsequioso y malora. Resulta que además de obedecer consignas, se metió en negocios de justicia con exfuncionarios, agentes externos y se dice que hasta con gente de los medios.
En México dicen que con dinero baila el perro.
Históricamente hemos visto entrar y salir gente de la cárcel sin cumplir condenas. Incluso se llegó a normalizar el comercio de la justicia.
Como en todo, los extremos son malos; como es el caso de una denuncia implícita pública del presidente y ahora una anónima que dio el campanazo, pero viene esta semana una denuncia de una magistrada en funciones que fue suspendida dos años con un tercio de su sueldo por no firmar sentencias como se le indicaba.
Igual están las entidades, nadie se escapa.
En el caso de Chihuahua, el extremo lo reflejó Corral con los Expedientes X, plagados de prevaricato, extorsión, tortura y prisión preventiva oficiosa o injustificada; encarcelamientos excesivos que sólo pudieron ser superados por amparos y el tiempo que conllevan.
La corrupción en su gobierno es aparte.
Los seis mil millones ante las auditorías estatal y federal corren aparte de los abusos cometidos desde la tiranía de un sátrapa que gobernó a su antojo.
La investigación vs Zaldívar abre una rendija para que la justicia de Chihuahua haga algo por recuperar un nombre que jamás ha tenido.
Uno bueno, respetable… Y de honor.
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