Aquella expresión: nos cayó como anillo al dedo, no era una expresión cualquiera, era la salvación de AMLO.
Los números no le daban, se lo dijo primero el recién fallecido Carlos Urzúa, después al sucesor, Arturo Herrera, pero él seguía terco en pegarle a todo el efectivo que pudiera.
El riesgo de quedarse sin liquidez se atrasó gracias a la pandemia de los dos años que tan contento puso a AMLO. De lo contrario, AMLO habría tronado en su cuarto año, ni el mago más poderoso de las finanzas lo habría salvado, como lo hizo la pandemia.
El castillo de naipes se habría derrumbado; se acabó el Fonden, el Fondo para aliviar las bajas de recaudación, los fideicomisos, y los déficits que desde su primer año superan el 3%.
Luego los fraudes que no son tales, sino maneras de agarrar a la brava un efectivo que no tienes.
Ahora se irá y se irá dejando un desastre para Claudia o para Xóchitl, pero eso es lo que dejará: un desastre.
La deuda andará en los 60 puntos del PIB lo que significa bajar de calificación al país.
Pemex y CFE seguirán como barril sin fondo.
Si gana Claudia el país caerá en la más espantosa mora de pagos de la deuda y el consiguiente pago de intereses para renegociar los tiempos.
El déficit de este año será superior a 5% y los años anteriores no ha bajado de 3%.
Después de “nos cayó como anillo al dedo”, y un millón de muertos por COVID, viene el desastre.
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