La revancha engañosa del inconforme.
Ninguna persona es igual a otra; pero desde niños deberíamos tener oportunidad de alimento, salud, educación y seguridad.
El Estado debería procurar esas condiciones.
Ninguno lo hizo desde que México existe.
La lucha debería ser para conseguir esas condiciones mínimas para todos.
Suponiendo que lográramos; es la igualdad que debería proporcionar el Estado; la de derechos y oportunidades.
De ahí en más, todo dependería de cada quien: terminar la educación, aunque no sería posible que todos sacaran las mismas notas, ni todos tendrían una empresa o el empleo perfecto para que todos pudiéramos vivir igual.
No se puede por una sencilla razón: no somos iguales. Somos diferentes.
Hay quien no termina una profesión y aún así le va bien económicamente, otros la terminan y no logran salir de un empleo medio.
Incluso el que saca ocho puede ser mejor que el que saca diez. Somos diferentes por naturaleza.
En los deportes pasa lo mismo, unos pocos son campeones, la mayoría no tenemos ese talento.
Los abogados unos mejores que otros.
Los empleados unos más trabajadores que otros.
La igualdad es imposible, no se puede que a todos nos salgan igual las cosas que hacemos ni la pobreza o riqueza que logremos, en cada uno será diferente.
Los defectos humanos los tienen los políticos, y todos los demás también lideramos con ellos. Construir ciudadanos para elegir gobiernos es una tarea pendiente en México.
Pero ahora la vida nos obliga a elegir entre dos opciones únicas:
La que gobierna y la que ofrece Xóchitl.
Cada quien debe tomar una decisión.
Yo tomé la mía.
Aspiro a que cada quién tome la suya y se haga responsable de esa decisión.
El futuro será como diga la mayoría.
Si los que gobiernan ofrecen lo mínimo que debemos tener. Eso que nunca hemos tenido, merecen seguir.
Si no es así, debemos cambiar y luchar por tenerlo.
Analice y decida.
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