Las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en noviembre, gane quien gane, traerán problemas a México.
Los cambios realizados a la Constitución, y los que harán en los días que le quedan a AMLO, además de que la Presidenta ha prometido aprobar las iniciativas del 5 de febrero, para las que AMLO pidió a la gente que votara y le dieran mayoría calificada en el congreso, no serán nada positivos.
No alcanzaron los votos, pero la autoridad electoral se la concedió en la cámara de diputados, y en la senadores se valieron de argucias y malas artes para lograrla.
En fin, lo que viene no será halagüeño, y lo saben, porque esos cambios implican faltas al tratado y habrá sanciones y controversias con problemas para la economía, tanto en lo que se produce y exporta, como en los insumos y productos que se importan.
La escasa visión para entender cómo jugar la posición de primer socio del norte será de catástrofe.
La concertación de poder y su ejercicio autoritario implican reducir al mínimo la capacidad económica del país y en paralelo, la de todos los mexicanos.
Así será más fácil el control.
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