CIUDAD DE MÉXICO.- Durante su campaña para buscar la presidencia de México por tercera vez consecutiva en 2018, Andrés Manuel López Obrador prometió triplicar el crecimiento económico del país y llevarlo a tasas cercanas al 6% anual. Esa y otras promesas no las cumplió. No obstante sí lo hizo con otros logros y en términos generales su sucesora, Claudia Sheinbaum, iniciará su ciclo con retos bien identificados.
En su último encuentro matutino con medios de comunicación, López Obrador destacó que el producto interno bruto creció 4.5% real entre el cuarto trimestre de 2018 y los primeros tres meses de 2024, algo que el aún presidente se apuntó como un logro porque, a pesar de la contracción generada en 2020 por la pandemia de covid-19, el gobierno, dijo, sacó la economía a flote.
“Crecimos al 4.5% del PIB, pero los adversarios creyeron que no íbamos a crecer”, dijo el mandatario saliente. “Pasamos del lugar 14 al 12 en las economías más grandes del mundo”.
No obstante, muchos especialistas hablan más bien de un “sexenio perdido” en materia de crecimiento económico, pues en el mejor de los casos, el PIB tendrá una expansión promedio anual en torno a 1% entre 2018 y 2024, si se cumple el pronóstico que los analistas encuestados por Banco de México tienen para este año, que es un avance de 1.6%.
Ello contrasta con el crecimiento promedio de 2.4% registrado en el mandato de Enrique Peña Nieto, de 1.7% con Felipe Calderón y de 1.9% con Vicente Fox.
Si bien es cierto que la administración lopezobradorista tuvo que lidiar con los estragos de la pandemia, sus predecesores también enfrentaron episodios recesivos como la crisis financiera de 2008 o la crisis generada por la burbuja de las empresas puntocom a inicios del siglo XXI, por lo que, para muchos, este argumento no justifica los bajos niveles de crecimiento a lo largo del sexenio.
“Se habla mucho de que el ahora gobierno pasado no tuvo éxito porque le golpeó la pandemia; lo que se pierde de vista es que en todos los sexenios anteriores hubo grandes choques externos con resultados distintos”, dijo Carlos Ramírez, socio y codirector de Integralia Consultores, en conferencia la semana pasada. “Vendrán más choques externos; no sabemos cuáles. Una recesión en Estados Unidos es el más visible y el más inmediato, pero seguramente habrá otras cosas, y México está más vulnerable ante esos choques”.
Para los especialistas, más allá del impacto de la emergencia sanitaria, un factor que explica el bajo crecimiento sexenal es el freno a la inversión pública y privada que se registró desde el primer año de gobierno de López Obrador y que llevó a una contracción del PIB de 0.3% en 2019, su primera caída en 10 años o desde el periodo de la crisis financiera internacional.
En 2020 la pandemia provocó un desplome de 8.8%, el peor en 90 años, y después vinieron rebotes de 6.1% en 2021 y 3.9% en 2022. El año pasado, la economía sorprendió con un avance de 3.2%, beneficiada por el fuerte impulso del consumo y por el gasto en construcción necesario para concluir las obras emblemáticas del presidente, como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Corredor Interoceánico del Istmo.
El desempeño favorable de 2023 llevó a que, en un principio, los grupos de análisis mejoraran sus previsiones para el último año de la administración, pero estas se deterioraron nuevamente por el débil ritmo de crecimiento observado en el primer semestre y por la incertidumbre que se avizora de cara al cierre del año y rumbo a 2025, tanto por las reformas a la Constitución que propuso López Obrador –y que para muchos amenazan con frenar la llegada de nuevas inversiones al país–, como por la situación más comprometida de las finanzas públicas y la desaceleración que se espera en Estados Unidos.
Por su parte, la Secretaría de Hacienda ha insistido en que puede alcanzar la meta de crecimiento planteada para este año, de entre 2.5 y 3.5%, gracias al impulso que sigue dando el consumo interno y pese a que el gasto ha venido moderándose, conforme se acerca el cierre de la administración y las obras emblemáticas se concluyen.
“El reporte del PIB del segundo trimestre aportó más pruebas de que la economía está perdiendo impulso”, escribieron Teo Lotito y Fernando Sedano, economistas de Morgan Stanley, en un reporte. “El consumo, que ha sido el punto brillante en la historia de crecimiento de México, se está desacelerando, y la inversión, también un motor clave, ha debilitado notoriamente su ritmo de avance. Más importante aún, a medida que analizamos el segundo semestre de 2024, los indicadores adelantados sugieren que es probable que esta dinámica persista”.
En este contexto, López Obrador le heredará a Sheinbaum una economía que cuenta con fundamentales sólidos, pues su administración se caracterizó por mantener niveles de deuda moderados, manejar de forma responsable las finanzas públicas y preservar la estabilidad del sistema financiero, entre otros factores, de acuerdo con Hacienda.
También dejará una tasa de desempleo cerca de mínimos históricos –2.67% en julio–; un salario mínimo que creció a ritmo récord y más que se duplicó en el sexenio; una inflación que parece en camino a controlarse y una cifra sin precedentes de remesas, aunque estas últimas, si bien apoyan el consumo interno, en realidad no son un mérito de la economía mexicana porque se generan esencialmente en Estados Unidos.
Al mismo tiempo, la que será presidenta a partir del 1 de octubre tendrá entre sus principales desafíos reavivar el crecimiento en un entorno de mayor escepticismo por las reformas constitucionales. También iniciará con las finanzas más comprometidas de los últimos 25 años, de acuerdo con Ramírez de Integralia, quien considera que será “complicadísimo” lograr la meta de consolidación fiscal que planteó Sheinbaum y que implica pasar de un déficit de más de 5% del PIB este año a un máximo de 3.5% en 2025.
“Las tendencias de ingreso-gasto no son sostenibles en el mediano plazo”, dijo en conferencia. “Quizá el gobierno, entonces, tenga que reaccionar con una reforma fiscal el próximo año; el problema es que ocurriría en un entorno semi-recesivo o recesivo y, por supuesto, no sería pro sector privado”.
Otro tema que los expertos señalan como un riesgo es el apoyo a la empresa estatal Petróleos Mexicanos, que recibió 2.1 billones de pesos de las arcas públicas entre transferencias directas, condonación de impuestos y otros mecanismos durante el sexenio de López Obrador, de acuerdo con la organización México Evalúa.
La ayuda a la petrolera posiblemente continuará en la gestión de Sheinbaum y sumará presión a las finanzas, cuya situación actual ya es un tema que genera inquietud entre las agencias de calificación crediticia, quienes han insinuado que podrían colocar la nota soberana de México en perspectiva negativa si no se produce un ajuste importante en 2025. Algunos no descartan que el país incluso pueda perder el grado de inversión en el sexenio, aunque ese escenario luce poco probable por ahora.
Con información de Axis Negocios