Un estribillo de una canción machista, propia de borrachos de cantina, hoy es una espantosa realidad.
La muerte de los tres principales funcionarios de un orden de poder (municipio) pasa a ser parte de la normalidad en la discusión política de nuestro país.
La cabeza del Alcalde de la capital del estado de Guerrero, la ciudad de Chilpancingo, en el cofre de una camioneta y su cuerpo en el asiento del copiloto es un evento aislado de la inseguridad del país.
El iba a una reunión, sólo, sin escolta y no la pidió, y perdió la vida.
¿Se desprende que es su culpa? ¿Nada que ver con el empoderamiento del crimen organizado en Guerrero? No, por supuesto que no. La violencia está en Guanajuato, gobierno ajeno a la 4 T.
La justificación per se por encima de la vida. Más allá de si son políticos o no, siguen siendo seres humanos que en medio de la narrativa política son una guerra de estadística entre quienes gobiernan y esconden la realidad, y la realidad misma que no pregunta.
Sólo se les echa tierra encima.
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