Jesús M. Esparza Flores
Canciones que cuentan historias.
Esta es una de las canciones que cambiaron el mundo: ‘Strange fruit’, por Billie Holiday.
No, no fue la primera canción protesta de la historia, pero sí fue la primera que hizo mella en el mundo del espectáculo.
Strange Fruit (Fruta extraña)
“Los árboles del sur dan un fruto extraño.
Sangre en las hojas y sangre en la raíz.
Cuerpos negros balanceándose en la brisa del sur
Extraña fruta colgando de los álamos.
Escena pastoral del sur galante
Los ojos hinchados y la boca retorcida
Aroma de magnolias, dulce y fresco
Entonces el repentino olor a carne quemada
Aquí hay fruta para que los cuervos arranquen
Para que la lluvia se junte, para que el viento sople,
Para que el sol se la pudra, para que caigan de los árboles,
Aquí hay una cosecha extraña y amarga.”
(Traducción libre)
La primera vez que se interpretó “Strange fruit” en un pequeño local, nadie aplaudió.
Segundos antes de terminar la canción, cuando la intérprete pronunciaba las dolientes últimas palabras (“esta es una extraña y amarga cosecha”), las luces del Café Society neoyorquino, con capacidad para 200 personas, se apagaron. Instantes después se encendieron, pero la cantante había desaparecido. Billie Holiday estaba vomitando en el pequeño aseo del local, sobrecogida después de su estremecedora interpretación. Los espectadores intentaban recuperar el aliento tras asistir a aquella desgarrada actuación. Fue una pieza breve, solo tres minutos que cambiaron para siempre la historia de la música comprometida.
Mientras la primera canción antirracista nacía, justo en ese momento, a muchos kilómetros de allí, en España, se levantaba un nuevo monumento a la intolerancia y la barbarie: el general Franco ordenaba los últimos bombardeos para aplastar a la República. Empezaba la dictadura. Era la primavera de 1939.
En efecto, para Billie Holiday (Filadelfia, 1915-Nueva York, 1959) era doloroso atacar Strange fruit. “Cantarla me afecta tanto que me pone mala. Me deja sin fuerzas”, señala la cantante en su autobiografía, Lady sings the blues. Y cuenta una anécdota que refleja el choque emocional que libraba con la canción: “(Después de cantar Strange fruit) Entró una mujer en el lavabo de señoras del Downbeat Club y me encontró desquiciada de tanto llorar. Yo había salido corriendo del escenario, con escalofríos, desdichada y feliz al mismo tiempo. La mujer me miró y se le humedecieron los ojos. ‘Dios mío’ –dijo–, ‘en mi vida oí algo tan hermoso. En la sala se podía oír volar a una mosca”.
Lo curioso es, que el poema está escrito por un blanco. El autor es Abel Meeropol, un judío que militaba en el Partido Comunista y trabajaba de profesor. Meeropol, que se crió en el Bronx neoyorquino, adoptó el seudónimo de Lewis Allan para publicar el poema en el periódico del sindicato de profesores de Nueva York. Lo tituló de Bitter fruit (Fruta amarga). Luego cambió bitter (amarga) por strange (extraña), probablemente porque expresaba mejor el mensaje. Se inspiró para escribir el poema en una cruda fotografía de los cuerpos de Thomas Shipp y Abram Smith, ambos negros, colgados macabramente de un árbol con la ayuda de una cuerda (“extraños frutos cuelgan de los álamos”). El linchamiento se produjo en Marion, Indiana, EE UU, en agosto de 1930.
Todo lo que para ella era ser negro en Estados Unidos en aquella época represiva lo vertía en esa canción. Con el paso de los años, y con el sufrimiento acumulado, las interpretaciones de Strange fruit por parte de Billie Holiday fueron más intensas. Durante alguna etapa de su carrera (la más oscura) llegó a quitar la canción de su repertorio. Pero siempre volvía a ella. Hubo incluso algunos promotores que le exigieron que no la cantara, sin duda por el impacto emocional que producía en ella y en la audiencia (los camareros dejaban de servir copas por respeto y escuchaban al fondo de la sala), pero ella empezó a incluir una cláusula en los contratos reservándose el derecho a interpretar el tema.
Recomiendo ampliamente la película “Estados Unidos contra Billie Holiday”, película biográfica estadounidense sobre la cantante Billie Holiday. Las extrañas frutas colgando de los álamos del sur de los Estados Unidos a las que hacía referencia Billie Holiday con su “Strange Fruit” no eran ni más ni menos que los cuerpos de los negros ahorcados tras sufrir linchamientos por parte de la sociedad blanca, algo que era relativamente frecuente hasta entrada la década de los años de 1930 en estados sureños de EEUU, donde el racismo y los castigos sin juicio, eran política de Estado.
La prestigiada revista “Time” despreció la canción en 1939 criticándola como un acto de mera propaganda política. Pero 60 años después, en 1999, la nombró nada menos que Canción del Siglo. Escuchemos a Billie Holiday, ahora que han pasado 80 años de su grabación, a ver cómo nos suena esta fruta extraña e imaginándonos lo que pudieron sufrir aquellos pobres negros desgraciados colgando de los árboles…
Fuente bibliográfica: Periódico El País. Madrid, España
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Posdata: Y no se aceptan críticas, porque ¿saben ustedes cual es la diferencia entre una crítica positiva y la negativa? Pues, la positiva es toda la que yo hago y la negativa es… ¡toda aquella que me hacen a mí!
Pues me voy.