La palabra y los escritores, de Sergio Sarmiento

FERNANDO MENDOZA J. / Exprés

El 8 de enero de 2021 caí enfermo. No me sentía tan enfermo, hasta que me lo dijeron. Mi madre había sufrió una caída en la casa de mi hermano justo el día de su cumpleaños el 20 de diciembre y yo me encontraba con mi hija cambiándola de casa de La Calma a El Fortín, en Guadalajara. Desde ese día, mi madre se hallaba hospitalizada y yo llegué hasta el día de Navidad por la noche.

Entre mis cuatro hermanos y yo cuidamos a doña Minga, día y noche. Nos ayudó Bicho, un enfermero cuya madre conocía a mi madre. No queríamos que nadie más participara en sus cuidados debido a la gravedad de la pandemia de covid que estaba en algunos de sus múltiples apogeos.

Tres días antes del 8 de enero había caído una nevada terrible y yo no había tenido tiempo de alistar un abrigo acorde. Así que el día 7 cuando comencé con los síntomas se los atribuí a la nevada y mi descuido.

Así que ese viernes 8 no podía ni con mi cuerpo ni con mi alma. Me paré al borde de la escalera y no supe bajar. Dora me aconsejó acudir al médico. Le hice caso, presintiendo que me recetarían vitaminas y algún medicamento para el resfrío y si acaso un poco de suero. Terminé hospitalizado por covid.

Antes de que me subieran a piso encapsulado supliqué que me llevaran dos libros y di instrucciones de cuáles y dónde estaban. Seguramente la fiebre que se estaba adueñando de mi cuerpo no me dejó precisar estas indicaciones y llegó a mi cuarto acuartelado un libro que no solicité y que ni recuerdo su nombre.

Salí del hospital el siguiente viernes con mis fuerzas totalmente disminuidas a tal grado que ni la puerta del refrigerador podía abrir. Pedí al Fer que me bajara uno de los libros solicitados y muy lentamente comencé a leerlo.

La palabra y los escritores, de Sergio Sarmiento, lo había comprado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara de 2019, recién salido del horno. De esa feria salí con diez kilos de libros, razón por la cual dos años después no los había terminado.

Se trata de entrevistas que Sergio Sarmiento ha hecho a grandes escritores, principalmente salidas del programa de televisión La entrevista con Sarmiento. En este tomo se publican entrevistas a Héctor Aguilar Camín, Margaret Atwood, Roberto Calasso, Jorge Edwards, Carlos Fuentes, Jostein Gaarder, Antonio Gala, Almudena Grandes, Rosa Montero, Arturo Pérez Reverte, Federico Reyes Heroles, José Saramago, Zoé Valdés, Mario Vargas llosa, Xavier Velasco e Irvine Welsh. Estoy esperando el tomo dos.

Los temas tratados giran en torno a sus libros, su vidas, sus temas, sus pasiones, sus reflexiones y sus análisis. También se comentan pequeñas y grandes anécdotas.

En este libro me enteré que Carlos Fuentes tenía la costumbre de que por Semana Santa leía siempre El Quijote. O que Héctor Aguilar Camín nunca relee sus textos, ya que considera que es “un error de la vanidad”. O que Mario Vargas Llosa confiesa que le cuesta un mundo ponerse a escribir: “nunca he tenido facilidad para escribir”.

Yo me deleito leyendo a los escritores no en su faceta de escritores, sino en su faceta de seres humanos.

Rosa Montero. Vivimos por la muerte y nuestra vida le da sentido a la muerte hacia la que vamos. Todo lo que hacemos de algún modo lo hacemos contra la muerte: amar, enriquecernos…

Almudena Grandes. La familia como institución está en crisis, pero sin embargo los valores que representa la familia, todo lo que es cobijo, apoyo, amor incondicional, todo lo que se encontraba en la familia tradicional perdura.

Antonio Gala. El crecimiento es un ascenso, no es un descenso ir hacia viejo, es un ascenso, porque en efecto todo el mundo quiere cumplir muchos años y tener muchos años, lo que no quiere es ser viejo.

Héctor Aguilar Camín. El único momento en que existen las obras literarias es en el momento en que hay un lector que conversa con ellas. Ésta es quizá la magia mayor de los libros.

El covid se llevó mucho. De alguna manera acabó con mi madre, se llevó a algunos amigos, a mi padrino y a mi madrina de bautismo, mi propia salud. También me dejó algunas enseñanzas. Aprendí a vivir la vida en el presente. A ser feliz con lo que se tiene. A amar la vida.

Descubrí que como Carlos Fuentes se le contó a Sergio Sarmiento que si “tú me quitas laescritura, me conviertes en un hombre muy infeliz”. Porque yo quiero contar historias, muchas historias, como Arturo Pérez Reverte, que dijo: “yo quiero contar historias y ser feliz contándolas”.

Y así como Pérez Reverte que se reconoció como un “artesano de la tecla”, al final de mis días poder describir mi vida con errores y aciertos y decir que lo que más desee fue ser feliz y hacer feliz a los demás contando historias siendo un simple acomodador de palabras.

Nos leemos la próxima. También hay vino tinto. ¡Hay vida!

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