El exgobernador Javier Corral Jurado fue denunciado ante la Oficialía de Partes del Tribunal Superior de Justicia de Chihuahua (TSJ), por daño moral en perjuicio del magistrado Luis Villegas Montes.
Villegas resaltó que decidió llevar el caso mediante un juicio ordinario civil, debido a que busca que Javier Corral se retracte públicamente por acusar al magistrado falsamente de tener vínculos con el exgobernador César Duarte Jáquez.
Ante medios de comunicación, Villegas tachó a Corral de “hocicón” por difundir lo mencionado sin pruebas y en entrevistas a nivel nacional.
La denuncia fue interpuesta este 05 de julio, luego de variad advertencias hechas por el magistrado desde el pasado 03 de junio, cuando Corral incurrió en los daños a hacia su persona, durante una entrevista para W Radio, en la que el exgobernador señaló a Villegas de ser testigo de descargo en el caso de su antecesor y hoy imputado César Horacio D. J.
Lo anterior al referir que Villegas había asegurado que César Horacio no podría ser juzgado en un asunto de estricto interés político impulsado por Javier Corral Jurado.
En contrarréplica, el magistrado escribió una carta dirigida a Corral Jurado el pasado 06 de junio en donde hace una alusión al popular caso de espectáculos “Todos Somos Johnny Deep”:
Mientes, perro.
En un alarde de esos tan propios de ti, con tu voz impostada y la parafernalia verbal que caracteriza tus diarreicos discursos, confundes, tergiversas y manipulas datos e información. Detallar los dislates y estupideces en que incurres me llevaría demasiado tiempo, centrémonos en lo que nos debe interesar: tus acusaciones en mi contra.
Deberías saber, licenciado en leyes como se supone que eres, que existe una expresión latina (onus probandi) que en términos generales alude a lo que en derecho se denomina “carga de la prueba” o, lo que es lo mismo, quién debe probar qué en una controversia judicial.
De esta noción derivan varios principios; uno de los cuales es el de “affirmanti incumbit probatio”, que significa que: a quien asevera cualquier cosa, incumbe la carga de probarla. En síntesis, este aforismo implica que la obligación de demostrar una afirmación recae en quien la realiza. Es evidente que el abogaducho mediocre que eres ya olvidó este principio o, en tu accidentado y lamentable paso por la escuela de leyes, ni siquiera lo estudió.
En la especie, te exijo y te emplazo, de manera pública, a que pruebes tu dicho. Es más, te reto a un debate público, cuando quieras y donde quieras, para que demuestres las infamias que propalas. Vamos a ver si puedes, sin asesores y sin tarjetitas (y sabes de lo que hablo), articular un discurso conciso que prescinda de florituras verbales y se atenga a los hechos y a las pruebas.
Vas a sudar, güevón.
Tú y yo sabemos que tú solo sirves para armar discursos con ideas prestadas. En cambio, yo he construido (y desmontado) casos, a partir de probar hechos; así fue como, entre otras cosas, te hice diputado federal en 2009 y llegaste al Senado de la República en 2012; digo, por si no te acuerdas.
Claro que al debate no vas a acceder. Te vas a “rajar” porque no puedes probar tus infundios; y no puedes, animalito, simplemente porque no es cierto lo que señalas. Y eso te mete en un brete.
Vas a tener que responder de tus dichos.
Hablar a lo baboso como acostumbras, Javier, tiene consecuencias legales. Voy a sentarme a estudiar nuestro caso y, te lo prometo, no voy a descansar hasta obtener una sentencia favorable que te obligue a una disculpa pública y, eventualmente y si procede, a un resarcimiento económico. No hablaré de daño moral, en lo absoluto, los dichos de un imbécil producen en mi ánimo lo que —dicen— el viento le hizo a Juárez. Se trata de otra cosa, de darte una lección de vida; de no dejar sin castigo el abuso y el exceso de tu perturbada retórica. En todo caso, atacaré la vileza y la ligereza de tu proceder.
Tú que hablas de la necesidad ineludible de combatir la impunidad entenderás el porqué. No puedes ir por la vida acusando a diestra y siniestra, sin pruebas, a las personas.
Como deberías saber, si en verdad hubieras estudiado derecho y fueras ese monumento a la integridad que pretendes ser, la fracción I, del apartado B, del artículo 20, de la Constitución federal, determina que toda persona imputada tiene derecho “a que se presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez de la causa”. Al respecto, Carbonell apunta: “Como se sabe, uno de los principios básicos del derecho penal moderno y del derecho constitucional, en la medida en que tiene por objetivo preservar la libertad, es la presunción de inocencia”.[1] Es decir, incluso en el supuesto de que existan indicios de que una persona actuó de manera ilegal, es necesario agotar el respectivo procedimiento que culmine en una sentencia firme que confirme, o no, tal aserto.
Voy a decirlo de manera breve: por primera vez en tu vida vas a estar preocupado y ocupado, mentecato; nos vamos a entretener. De nueva cuenta, te lo prometo.
La referencia a Johnny Deep (hete aquí una necesaria embadurnada de cultura pop, inculto monumental como eres) resulta oportuna porque, como todo mundo sabe, a Amber Heard le fue como en feria por bocazas, porque pensó que mentir y calumniar no tendría secuela alguna. Ya ves. Mírate en ese espejo.
Nos vemos en los tribunales; a ver si como roncas… duermes.