El karma no falla

Hace poco, escuché un video, que me idea de hace una secuencia. Trata sobre la Guerra de los tres años, que propiciaron los cambios a la Constitución de 1857. Quien haya leído un poco, sabe que nos dijeron que fue la Guerra por las “Leyes de Reforma” y recordará a Juárez, a Miramón y a Mejía, tal vez a alguien más. A la huida de Santa Anna, el Presidente interino es Ignacio Comonfort, luego se postuló y ganó la elección para Presidente constitucional, ya en el cargo, intentó mediar y quedar bien con ambos bandos; liberales y Conservadores. Luego diseñó un autogolpe de Estado, buscó que fueran por él, emulando al traidor Santa Anna, pero nada salió bien. Benito Juárez con doble papel, era legal, Presidente de la Suprema Corte y Srio., de Gobernación, así que al salir de prisión, a donde lo enviaron por desacuerdos, ante la ausencia del Presidente, sale y toma la decisión de asumir como presidente legal o legítimo. El ala conservadora había nombrado a Félix Zuloaga, interino, y duró muy poco, un mes y días. Juárez había instalado su gobierno provisional en Guanajuato. Fue su inicio como presidente y casi simultáneo se inicia la Guerra Civil de enero de 1858 a enero del 1861. Por parte de los conservadores, se nombró a Miguel Miramón, presidente. Y México tenía dos presidentes, uno reconocido por España y el otro, más o menos, por Estados Unidos. 

Qué fue lo que desató esa Guerra fratricida entre nosotros? La separación iglesia-Estado con la incautación de posesiones y el fuero eclesiástico, que alcanzó a los militares, por la decisión de Juárez de una Guardia Nacional Civil y enviar militares al cuartel sin el fuero que tenían. La Guerra fue sangrienta e inhumana y costó medio millón de muertos, Y eso que éramos menos de diez millones de habitantes. Esa masacre se repite, y la vivimos hoy a manos de delincuentes, y es muy parecida en la injusticia y la sin razón, de un odio provocado, con división social, desde el poder. Los que desean ese poder saben y son indolentes a la muerte de gente inocente, que no entiende de abrazos, pero que recibe los balazos. Si compara la realidad de Juárez, con la que vivimos hoy, llegará a la conclusión de que la sociedad estaba envenenada; se sembraba y arraigaba el odio. Los sacerdotes utilizaron los púlpitos, no una mañanera, y su enojo, por las pérdidas al separar la iglesia del Estado. Los militares unidos como nunca para defender sus privilegios, aunque nada parecido, porque los de hoy gozan de más prebendas que nunca. Ahora el odio y la polarización se arraigan en nuestras familias con argumentos como la pretensión sicalíptica de que seguimos siendo liberales y conservadores, y se pretende sembrar el odio entre ricos y pobres. Es cierto que la brecha existe, pero es por falta de un gobierno leal a la sociedad y por una sociedad que nunca ha luchado unida para darse el gobierno que necesita y merece. México tiene, a pesar del saqueo, todo para ser una gran Nación, y para que haya una mejor distribución de esa riqueza. 

Pero eso requiere de una población educada, sana y segura, seguida de un país con la estructura esencial que le dé entrada a insumos y salida a productos con rapidez. Pero el dinero se lo roban o lo invierten mal y nada avanza, incluso parecemos cangrejos. AMLO nos vende la idea de que hay que ayudar a los pobres y hasta robó la frase de “por el bien de todos primero los pobres”, a Felipe Carrillo Puerto. Es una desgracia para todos; sus seguidores y los que no lo somos, que sea el propio Presidente de la República, el que nos engendre el odio, en lugar de propiciar que haya empleo y mejores condiciones de vida, con la inversión correcta del erario. Decidió tres obras millonarias en dólares en el sur, y no creo que haya problema por eso. Pero más allá de su capricho, que es menor, porque lo peor, es la tremenda división y desintegración social, en un pueblo diverso, con abandono y desigualdades históricas, que han lastimado y ofendido por Siglos a los mexicanos originarios y a los humildes. Y hay que reconocer que a nosotros nunca nos han importado, lo necesario, esas desigualdades e injusticias. Norte y Sur parecemos vivir en dos países; y todos deberíamos entrar en la razón y entendimiento que si permitimos más odio y división perderemos todos. Seremos un país derrotado porque nadie vivirá mejor que antes. La lucha es social y se empata por necesidad con la política, porque ahora es la sociedad quien debe elegir al candidato que se enfrente con el Presidente. Y los partidos deberán seguir a la sociedad, sin condición alguna. De lo contrario AMLO se apoderará del país. En las Guerras, la historia nos enseña que siempre pierden los mismos, tanto en un bando como en el otro. Y son los inocentes y los más pobres. Así pasó en la Guerra Civil del Siglo XIX, con Juárez y Miramón, así está pasando con la política de abrazos y no balazos, de AMLO, en la que a diario mueren casi 100 personas. Por otro lado las finanzas van de mal en peor, en el presupuesto 2023 va incluida deuda por 1.3 billones, y se dijo que no se endeudaría. Pero además tendremos déficit en la recaudación y por eso quieren los Activos Públicos, que son los fondos de pensiones del IMSS y del ISSSTE, los de vivienda y las afores, además de los bonos emitidos por el gobierno y que no serán pagados a sus tenedores.

Debemos reconocer que se han cuidado de la Macroeconomía y tenemos buena calificación en los analistas de afuera. Pero nada es duradero cuando se sostiene con alfileres, como eso de dejar sin la pensión a quienes trabajaron años y años para crear un fondo de vivienda de pensión y de afores. El odio que tan hábilmente siembra, destruye a todos, a él y a nosotros, a los que lo siguen y a los que no. Ya hay familias que ni comen juntas. Debemos entender que un hombre, por bueno que parezca, no puede ni debe hacer ese daño a su Nación ni a su población. Creo que los que lo apoyan, como los soldados que seguían a uno y otro bando en la Guerra Civil de tres años, no saben, como aquellos no sabían, ni por qué era el pleito. Y la razón es una sola: Quiere el poder absoluto a toda costa, como lo ganó Juarez y se quedó como presidente hasta su muerte, por angina de pecho, en 1872.

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