Jugar con la vida de otros



Javier Corral anda con miedo y ganas de viajar hacia el norte, quisiera volver al nido que lo vio nacer, pero aguantará un poco más, es jugador, pero trae los nervios de punta y no es para menos, sabe que tiene cuentas por pagar, cuentas contraídas en el quinquenio en el que ejerció el poder como todo un dictador; jugando, sin piedad, con la vida de las personas que odiaba y odia. Javier Corral eligió cuidadosamente a sus víctimas, primero, sin duda, iría por César Duarte, seguido de sus colaboradores, para atraparlos contaba con el traidor Jaime Herrera Corral, y otros sapos que le ayudarían a tender celadas para capturarlos, también le eran útiles para firmar cualquier declaración en contra de su archirrival, otrora súper amigo, César Duarte, o de los ex funcionarios de su gobierno.
Ahora que observa cómo se desmorona su principal funcionario y cómplice; Panchito, encargado de los expedientes X, como exfiscal de Derechos Humanos.
Por fortuna, Panchito ya fue vinculado a proceso por tortura, resultado de una recomendación de la CNDH, que aplicó el Protocolo de Estambul a las víctimas y el armado del expediente por la FGE.
Javier Corral, amedrentado, arrinconado, pero rabioso emprende una campaña mediática nacional, a sabiendas que por acá, en el estado, no tiene nada que hacer; su imagen se evaporó en los años de holgazán abusos y extorsiones, amén del enorme daño al erario; ahora los chihuahuense saben quién decía ser y quién resultó ser.
Con Javier Corral, Chihuahua parecía un país dentro de otro país, era el rey de reyes, cual Agamenon, en épocas de Helena de Troya, hasta que una lluvia de amparos concedidos por jueces federales y tribunales de circuito, en favor de las víctimas, le demostró que no, qué sí hay un Estado Mexicano, por lo que todo el teatro judicial montado, por él en Chihuahua, se derrumbó a sus pies, cual castillo de naipes.
El tema del odio de Javier Corral subió de tono, y superó cualquier expectativa, cuando Maru Campos, decidió competir por la candidatura a Gobernador; nada más eso faltaba! Debe haber haber hecho el berrinche, pero qué mujer más inoportuna y atrevida; gritaba!, pero sí él tenía otros planes y ella se entrometía. Enloqueció, y fiel a sus iracundas reacciones hizo que Jaime Herrera Corral afirmara y firmara que había una nómina secreta, para involucrar a Maru Campos, a la trama de venganza que avanzaba contra Duarte y compañía.
Empezó la guerra, primero mediática para amedrentar, con dichos y difamación nunca demostrados, la vinculó a proceso con saña.
Quería meterla presa y sacarla de la candidatura, porque el candidato sería Gustavo Madero, nadie más.
Perdió Javier, Maru Campos lo venció en todos los terrenos y ganó el gobierno de Chihuahua.
Ahora grita, que él y sólo él, se ha sacrificado por Chihuahua, que ha trabajado por la justicia, y ahora es víctima de venganza por una mujer resentida. Ese es Javier, no ve lo que hizo, ni lo recuerda, sólo se victimiza.
Javier Corral tiene miedo, él ofreció criterios de oportunidad para conseguir traidores, sabe que si Panchito habla estaría acabado.
Tiembla al ver las reseñas filmadas del juzgado cómo se derrumba y llora un hombre, que dicen que era bueno y muy apreciado por sus alumnos, pero que se corrompió por dinero y poder.
Javier Corral empoderado, soberbio, era el gobernador, así que, sin parar en pintas, apostó su vida política.
Es increíble cómo se pierde el piso, cómo el odio te empuja a echar a la basura una carrera de 21 años como legislador y la excelente oportunidad de 5 como Gobernador!
Era para cerrar con broche de oro su vida y su carrera política.
Algo pasó en su mente, o algo le partió y envenenó el corazón a Javier, por eso apostó todo a una sola carta, un albur por una venganza. Sin embargo, es coyote, y por ello, mañoso y ladino, se va a México, donde se da vuelo, pidiendo ayuda a la gente que conoció en 18 años de legislador federal.
Allá y acá en sus acostumbradas veladas participan intelectuales, periodistas y políticos y se cuidan unos a otros, forman una especie de cofradía, aunque algunos sólo son cómplices, como Gustavo Madero, quien lo apoyó como fiel peón y hasta se atrevió a engañar a los del Grupo Plural, comprometiéndolos para hablar mal de la Gobernadora.
Todo un guion para dejar sembrada la idea de que se persigue a Javier Corral por haber hecho Justicia, y que todo se trata de una venganza. Pero ese papoyo se esfumó, porque los senadores de su grupo se dieron cuenta del engaño y dejaron solo a Madero con ese tema. Álvarez de Icaza, uno de ellos, fue ministro de la corte Interamericana de Derechos Humanos y no se avienta un tiro en casos de tortura por nadie, y menos, si conoce a Javier Corral.
Otros ejercen el periodismo, y ahora regresan favores, como Carmen Aristegui, la “piedra en el zapato” de la Señora Cinthya, que trató de manipular en un panel a otros periodistas pero falló; le quedó mal y a deber a Javier. Otros periodistas menores lo tratan de ayudar, pero el tema de la acusación de tortura los aleja como si Javier Corral fuera la peste. Incluso el mismo Javier Corral cuando habla de Panchito se refiere a él como el ex fiscal anticorrupción, porque le da vergüenza decir que era su fiscal de derechos humanos con quien armó sus depravados espectáculos, violando, precisamente, vaya paradoja, los derechos humanos.
Mientras tanto, la batalla mediática Javier la lleva a México. Acá no puede y vamos ganando! Pero allá? Quién podría defendernos?
Será el fin de una carrera? Será el fin de Javier Corral?
Dicen que en política nadie está muerto, muerto.
Usted qué piensa? Hasta mañana.

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