Fernando A. Herrera M. / Exprés
Un amigo no siempre debe decirnos lo que deseamos escuchar…
Esta frase puede interpretarse de muchas maneras. También en diferentes sentidos, y tiene tantos autores que es mejor considerarla anónima.
La amistad sincera no tiene límites, ni de familia, raza, credo, religión, etc.
La amistad debe ser entendida como la más grande de las lealtades que surge entre dos o más personas, pero es importante entender el concepto.
Hablamos de una lealtad aderezada con alta dosis de amor, respeto, sinceridad, franqueza y, sobre todo, de respaldo y apoyo entre quienes se profesan este profundo sentimiento.
¿Cuál es el secreto?
Si usted tiene amigos debe seguir estas reglas, que no son limitativas.
Por el contrario, agregue todo aquello que contribuya a mejorar la vida de las personas con las que tiene amistad.
Solidarios en una enfermedad, dispuestos a la ayuda en los problemas y amor incondicional.
Pero nunca confunda la amistad con la complicidad; ni espere que un amigo endulce sus oídos.
Tampoco que solape sus errores, ni que sea amigo por encima de los principios y los acuerdos sociales convertidos en leyes.
Ahora, lamento decirle que si en su vida hay alguien así, debe reconsiderar esa relación que puede ser cualquier cosa menos amistad.
Confundir la amistad, con la zalamería, o, con la compañía por interés, lo llevará a un dolor profundo como el de ser usado.
Tener amigos es un privilegio reservado para personas con excelente capacidad para dar, e inteligencia para recibir.
Hagamos amigos de verdad y construyamos una sociedad donde podamos construir un mejor entorno para vivir.
Aprenda a conocer y a reconocer a los amigos.